Auriculares: música y tecnología en perfecta simbiosis

Podría decirse que ahora mismo son la “joya de la corona” del audio de calidad como consecuencia de la explosión de los reproductores portátiles y la “Hi-Res” de Internet, con el resultado de una oferta tan extensa como excitante

Al igual que en una pareja de cajas acústicas, la escucha de música en la intimidad no busca sino la perfecta recreación del espacio físico en la que se realizó una determinada grabación/concierto en vivo. En suma, la posibilidad de crear una ilusión que nos permita sentirnos exactamente –o casi- como si estuviéramos formando parte de aquel momento único con el añadido de poder repetir la experiencia tantas veces como queramos en la intimidad de nuestro espacio vital. A muchos aficionados les apasiona sentir la música “dentro de su cabeza”, tanto si se trata de jóvenes para quienes los decibelios y unos graves impactantes son lo máximo a la hora de escuchar su música favorita como de audiófilos rigurosos que no tengan la posibilidad de acceder a un sistema capaz de reproducir sus grabaciones predilectas con la definición, la resolución y la extensión de la curva de respuesta en frecuencia debidas. Si a esta ecuación le añadimos las posibilidades ofrecidas por Internet y la explosión de los reproductores portátiles, el resultado es un conglomerado de auriculares espectacular tanto en diseño como en tecnología.

La teoría: la escucha binaural

Aunque a la hora de reproducir música unos auriculares partan de la misma idea que cualquier sistema estereofónico, la componente espacial del sonido que proporcionan nunca puede ser exactamente igual que la de una pareja de cajas acústicas. El concepto que hay detrás de esta reflexión es lo que se conoce como percepción binaural, un fenómeno que permite a nuestro cerebro crear una imagen sonora tridimensional (y por tanto con sus proporciones, distancias, etc.) a partir de una señal suministrada al oído izquierdo y otra enviada al oído derecho. De ahí el término “ilusión” que siempre hay que asociar a la escucha con auriculares puesto que en el fondo se trata un poco de “engañarnos” (para bien). Desde el punto de vista práctico, lo primero que se puede decir de los auriculares es que son una idea simple y obvia, aunque con sus especificidades. De entrada, lo que hay que tener en cuenta es que unos auriculares no deberían tener una curva de respuesta en frecuencia plana. Quizá esto suene raro a más de uno, pero es literalmente cierto y, de hecho, es resultado directo del funcionamiento del sistema auditivo humano o, si lo prefieren, de cómo funciona el sonido en el contexto del oído humano. Como decíamos al principio, las cajas acústicas pretenden recrear los sonidos de voces e instrumentos a una distancia del oyente que es del mismo orden de magnitud que la presente en la fuente sonora original. Evidentemente, esto exige disponer de una respuesta en frecuencia plana -o casi- pero el modo en que unos auriculares generan sonido –unos pocos centímetros del pabellón auditivo- implica que algunas frecuencias serán considerablemente realzadas. Si nos tomáramos esto al pie de la letra, da la impresión de que lo ideal sería construir auriculares con una curva de respuesta en frecuencia plana y ecualizarlos electrónicamente, pero esto nunca es tenido en cuenta y a la hora de la verdad obligaría a desarrollar una ecualización personalizada para cada tipo de auriculares (idealmente, para cada oyente), lo que anularía de golpe la comodidad del “enchufar y escuchar” que constituye la esencia del producto en cuestión en lo que a su vertiente “comodidad” se refiere. De ahí que los fabricantes tengan que ser particularmente ingeniosos a la hora de tratar con los detalles mecánicos de sus productos para que los mismos presenten una respuesta en frecuencia subjetiva aceptable. De ahí que existan muchas diferencias de tonalidad entre auriculares, incluso en los modelos de más alto nivel, que se perciben de inmediato (de hecho, en unos pocos segundos) cuando se comparan realizaciones existentes en el mercado.

Especificaciones: ventajas inesperadas

Si los auriculares no tienen necesariamente por qué aventajar a las cajas acústicas en lo que respecta a la linealidad de la respuesta en frecuencia global, pueden fácilmente igualarlas en términos de distorsión. Como consecuencia del pequeño movimiento (en realidad una cantidad irrisoria) requerido para desplazar unos pocos centímetros cúbicos de aire, los niveles de distorsión (especialmente en los graves) pueden ser de un orden de magnitud (e incluso más) superior al de no pocas cajas acústicas de altos vuelos. La calidad en la reproducción de las frecuencias bajas es también más fácil de conseguir: en algunos modelos puede haber un poco de recorte de la respuesta en graves, pero casi nunca encontraremos esos bajos llenos de grumos y resonantes que contaminan a tantas y tantas cajas acústicas. En esencia, la tozuda realidad es que en unos auriculares típicos no hay nada que resuene a las frecuencias bajas. Otro parámetro fundamental en la escucha de música, la imagen sonora, es mucho más coherente en los auriculares que en la inmensa mayoría de cajas acústicas puesto que la relación entre los transductores y los oídos es fija. La escucha “ideal” a través de cajas acústicas (con las mismas equidistando del oyente con una ubicación simétrica en la sala, etc.) puede proporcionar una imagen sonora mejor con la mayoría de grabaciones ya que es normal que estas últimas hayan sido masterizadas para cajas acústica y no para auriculares, pero estos últimos superarán fácilmente a cajas acústicas dispuestas de manera aleatoria en un ambiente doméstico ya que para lograr un realismo sonoro digno de tal nombre con cajas acústicas hay que emplearse a fondo con un componente ausente en el mundo de los auriculares: la sala.

Comprender los diferentes tipos de auriculares

Existen varias áreas en las que unos auriculares pueden diferir, léase el tipo de transductor utilizado, si dicho transductor está o no cerrado en su parte posterior o la forma en que el conjunto descansa sobre la cabeza del oyente. De modo mayoritario, el altavoz más común es una versión en miniatura de los que podemos encontrar en una caja acústica, con una bobina móvil en un entrehierro y una membrana cónica –o posiblemente en forma de cúpula- fijada a la misma, es decir lo que se conoce como auriculares electrodinámicos. Obviamente, también se han utilizado otros sistemas, entre ellos el principio electrostático y el magnético plano o “planar”. En el supuesto de que se utilice un transductor electrodinámico estándar, el cuerpo que lo rodea puede estar abierto o cerrado por su parte posterior, en este último caso proporcionando un mayor grado de aislamiento del mundo exterior pero también creando potencialmente una cámara resonante susceptible de colorear el sonido. A su vez, tanto los auriculares abiertos como los cerrados pueden incorporar almohadillas que o bien rodeen cada oreja (“circumaural”/”over ear”) o bien descansen sobre las mismas (“supra-aural”/”on-ear”). La diferencia entre estas dos opciones ese reduce básicamente a una cuestión de comodidad aunque algunos aficionados consideran que la posición de los auriculares en la cabeza es crítica para el sonido y por tanto que los auriculares de tipo “circumaural” con fijación hermética son los más adecuados en este sentido. Hay un desarrollo en el campo de los auriculares que también es objeto de avances tecnológicos muy notables: los denominados “earphones” o auriculares intra-aurales (“in-ear”) en los que, gracias a los esfuerzos llevados a cabo en los últimos años, pueden ser legítimamente considerados como “de Alta Fidelidad” a la vez que aportan ventajas sustanciales en parámetros como el aislamiento frente a ruidos externos puesto que funcionan simultáneamente como tapones para los oídos y dispositivos destinados a reproducir música. El haber hecho referencia a la reducción del ruido ambiental nos lleva a otra variante muy actual de los auriculares: la de los modelos que incorporan cancelación de ruido. Aquí, el principio de funcionamiento consiste en utilizar un micrófono en algún punto cercano a los auriculares propiamente dichos con el fin de detectar ruido ambiental y a continuación amplificarlo para luego añadirlo en oposición de fase (fase invertida) a la señal dirigida a cada oído y lograr su cancelación efectiva. Este sistema puede llegar a funcionar bastante bien, especialmente con frecuencias bajas, siendo la desventaja es la necesidad de una amplificación electrónica y la consiguiente batería para alimentarlo todo, amén de una circuitería extra que, en principio, tiene algo de influencia en la calidad sonora.

Auriculares electrostáticos y “planar”

Con varias décadas sobre sus espaldas pero plenamente vigentes a nivel comercial, los auriculares electrostáticos siguen figurando entre las aspiraciones de no pocos aficionados que buscan la perfección sonora, una categoría a la que en los últimos años se han añadido los diseños equipados con transductores magnéticos planos, alias “planar”. Con respecto a los primeros, la idea en que se basan es la misma que la de las cajas acústicas electrostáticas: utilizar campos eléctricos de alta tensión para mover una lámina plana y ultraligera de plástico que a su vez desplaza aire. Las cajas acústicas requieren paneles de gran superficie y tensiones eléctricas elevadas, mientras que los auriculares se contentan con valores muy inferiores en ambos parámetros. La firma japonesa Stax es el gran nombre que hay detrás de los auriculares electrostáticos, aunque también marcas como la alemana Sennheiser o la estadounidense Dan Clark Audio comercializan modelos basados en la misma tecnología. A un nivel que por el momento es menos exclusivo aunque mucho más atractivo desde el punto de vista práctico porque no se requieren electrónicas de excitación separadas –los “energizadores” que acompañan a cualquier juego de auriculares electrostáticos- se sitúan los auriculares de tipo “planar” a los que nos referíamos al principio. En este caso, la idea de base es conseguir un diseño que se aproveche de las ventajas ofrecidas por principios ya consolidados evitando los inconvenientes de cada uno. Durante décadas esto no ha sido posible, salvo en unas pocas –y caras- excepciones porque la tecnología implicada no estaba suficientemente desarrollada, una situación que ahora, propulsada por la explosión del consumo de auriculares, ha cambiado. Contrariamente a lo que sucede en unos auriculares electrodinámicos, en los que un imán hace vibrar un diafragma para producir un sonido – en un transductor magnético plano es un panel flexible el que se sitúa en una estructura sandwich entre dos rejillas de imanes. A diferencia de los auriculares electrostáticos, también concebidos en base a una membrana rodeada de imanes, la membrana del altavoz “planar” está recorrida por minúsculos hilos eléctricos. Este sistema permite crear efectos de atracción/repulsión al oponerse/atraerse los imanes utilizados en función de la corriente que los atraviesa. Dichos imanes, o estatores, están cortados de un modo muy preciso para que hagan vibrar la membrana –el panel flexible al que antes nos referíamos- de manera uniforme; de ahí la palabra “iso” del término “isodinámico” citado anteriormente. Para conseguir esto, se colocan los imanes polo a polo, creándose unos campos de fuerzas de tal modo que cuando una corriente recorre los conductores eléctricos de la membrana (o diafragma) los mencionados campos de fuerzas se modifican y hacen que la misma se mueva. Este funcionamiento permite un control muy preciso puesto que se activan sólo ciertas zonas de la membrana y no la totalidad de la misma. Asimismo, el ajuste de los imanes influye en la distorsión armónica y la linealidad de los auriculares, proporcionando a cada diseño una “firma” sonora en la que destaca la rotundidad y el control de la respuesta en graves. Marcas como las estadounidenses Audeze y Dan Clark o la rumana Meze han hecho que ahora mismo los auriculares de tipo “planar” figuren entre los favoritos de aficionados y profesionales del audio como consecuencia de la calidad sonora y la ausencia de fatiga que ofrecen.

Un producto en mejora –y evolución!- permanente

Dentro de cada categoría, los progresos siguen siendo notables en el ámbito de los auriculares –cuyo primer modelo de auténtica “Alta Fidelidad” fueron los Beyer DT48, comercializados en 1937- como consecuencia de una competencia brutal. De ahí el auge de los modelos inalámbricos tipo “True Wireless” en el ámbito de los modelos intraaurales –idóneos para acompañar, por ejemplo, a los omnipresentes “smartphones”- y de propuestas muy opulentas en el caso de sus homólogos circumaurales y –aunque en menor medida- supraaurales. En el ámbito concreto de la Alta Fidelidad “clásicas” habría que destacar asimismo los amplificadores de auriculares, a menudo acompañados de otras funcionalidades muy demandadas (DAC, sin ir más lejos) y que tiene  por objeto asegurar la potencia suficiente para que determinados modelos –en especial los de impedancia superior a 150 ohmios- no vean sus posibilidades lastradas por la limitada potencia de salida de los amplificadores de auriculares incorporados en componentes de audio tales como fuentes digitales, amplificadores integrados o preamplificadores.

 

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