Acústica para camaleones: Segunda parte

Por Francisco Domouso, arquitecto y Vicente Mestre, físico. Ilustración: Andrés Abásolo

Como comentamos en la primera entrega, nuestro objetivo no es hacer crítica de equipos. Nuestra aportación empieza donde terminan los altavoces. Por este motivo, antes de tratar posibles correcciones acústicas del salón de nuestra vivienda (por supuesto, estéticamente razonables), es importante que prestemos especial atención a la colocación de los altavoces, por el impacto que tiene en la calidad del sonido y en una buena experiencia musical.


Sin que sirva de precedente, hacemos la siguiente reflexión sobre el dimensionamiento de nuestro equipo, porque es necesario que responda con solvencia al volumen del recinto en el que se va a escuchar. El volumen de los salones a los que hacemos referencia está en el entorno de los 75 metros cúbicos (unos 30 metros cuadrados por una altura libre de 2,50 metros). Es un volumen modesto que no necesita demasiada potencia de amplificación ni cajas gigantescas.
Evidentemente, cuanto mejor sea el equipo, mejor experiencia musical y sonora tendremos si la respuesta acústica del recinto es la adecuada.
La posición de la fuente y la amplificación no es relevante, pero la de los altavoces sí (en un salón de 30 metros cuadrados la longitud del cableado no es crítica, aunque conviene que este sea de la mejor calidad posible).
Además, tiene especial relevancia en nuestro contexto la calidad de los altavoces, que deben ofrecer un buen equilibrio entre agudos, medios y graves, algo fundamental para disfrutar de una reproducción musical clara, con matices y brillo, en espacios en los que no podemos aplicar correcciones acústicas profesionales. Nuestro objetivo es conseguir y disfrutar de una imagen sonora lo más precisa y real posible.

La teoría

En planta, la disposición ideal es que los altavoces y el oyente formen un triángulo equilátero. Si seguimos la regla de Gallagher y Cooper, el punto óptimo de escucha en una sala rectangular se sitúa, aproximadamente, en el 38% de la distancia del lado largo. Además, la posición del eje horizontal de los altavoces debería estar a la altura de los oídos del oyente, que cómodamente sentado en su sofá/sillón puede estar a 1,00 metro del suelo, más menos.
Si el lado largo de nuestro salón de 30 metros cuadrados y 2,50 metros de altura libre es de 6 metros, deberíamos situar nuestro punto de escucha a 2,28 metros de la pared de fondo, formando un triángulo equilátero de 2,28 metros de lado entre nosotros y los altavoces. Es decir, los altavoces deberían estar separados entre si unos 2,28 metros.
Imaginemos que conseguimos esta disposición ideal. En un salón doméstico es prácticamente inevitable que la trasera de los altavoces esté muy cerca de la pared, o directamente pegada (por ejemplo si están colocados en una estantería). Esta posición genera algunos problemas por la proyección de frecuencias contra la pared trasera, sobre todo con las bajas frecuencias, restándole calidad al sonido. Para reducir este efecto (no vamos a poder evitarlo totalmente), lo mejor es intentar que el conjunto de frecuencias “díscolas” se distribuyan de la forma más aleatoria posible, para evitar picos y cancelaciones de frecuencias. Daremos al final unas recomendaciones que pueden ayudar a mitigar estos efectos indeseados.

La realidad

Como pueden imaginar, esta posición ideal de los altavoces y el punto óptimo de escucha no es fácil de conseguir en un salón familiar convencional de 30 metros cuadrados. Hemos intentado varias opciones de amueblamiento teniendo en cuenta el acceso al salón, las circulaciones, las ventanas, etc. La negociación con el resto de los habitantes de la vivienda no parece fácil, además de las renuncias que esta “disposición ideal” implica para otros usos o disposiciones de mobiliario. Nuestro salón no es un espacio dedicado solo a la música (condición de partida de estas reflexiones), por lo que tenemos que negociar la mejor posición posible de los altavoces sin generar un conflicto de convivencia: seamos pragmáticos.
Resumiendo, hacemos las siguientes recomendaciones para colocar los altavoces al margen de exactitudes geométricas, que si pueden aplicarse mejor, y si no, tendremos que adaptarnos a lo que pactemos. En cualquier caso, entendemos que siempre mejoraremos:

  • Si es posible, los altavoces se situarán simétricos respecto a la posición del oyente, dirigidos y orientados hacia este, y con una separación inicial de unos dos metros (recomendamos dedicar un tiempo a probar diferentes separaciones, lo más cercanas posibles a la teórica antes calculada). Los agudos son direccionales, por lo que es importante que los altavoces (los tweeters) estén orientados hacia el punto de escucha. Por el contrario, los graves son omnidireccionales y más complicados de gestionar. Parte del esfuerzo de corrección acústica de nuestro salón, que trataremos en próximas entregas, ira dirigido a los graves.
  • Intentaremos que la separación entre altavoces sea la misma que la distancia de estos al oyente, aunque si la distancia del punto de escucha es superior (lo que ocurrirá en muchos casos), habrá que asumirlo. Tampoco afectará determinantemente a la experiencia musical y a la calidad sonora. Dedica un tiempo a probar diferentes posiciones del punto de escucha dentro de las posibilidades de amueblamiento del salón.
  • La distancia entre la cara posterior del altavoz y la pared trasera debe ser claramente diferente de la distancia entre este y las paredes laterales. Es decir, evitemos poner los altavoces en las esquinas. De esta manera reduciremos los problemas generados por la proyección de frecuencias contra la pared trasera. Es recomendable dejar más de 0,60 metros de distancia a la pared lateral más cercana para minimizar las reflexiones de sonido.
  • Mientras más separemos los altavoces de la pared trasera, más atenuaremos los graves si estos cobran un protagonismo no deseado. Dentro de lo posible, será necesario jugar con esta distancia si los altavoces disponen de un puerto trasero de graves.
  • La distancia del eje horizontal del altavoz al suelo y al techo no debe coincidir, y lo mejor es que esté situado por debajo del punto medio entre el suelo y el techo (el punto medio en nuestro caso es 1,25 metros más o menos). Si lo situamos a 1,00 metros del suelo estamos en una posición correcta, y además evitamos que las distancias a suelo y techo sean múltiplos (1,00 + 0,75 + 0,75 metros: geometría, siempre geometría).

Conseguir la mejor posición de los altavoces en el salón es un proceso de prueba y error dentro de las limitaciones de la convivencia. Pequeños movimientos (posición, distancias o ángulos de orientación) pueden suponer grandes mejoras. Es importante que no perdamos el foco de nuestro objetivo final: disfrutar de la música y de la experiencia sonora más satisfactoria posible, y que esta sea compatible con los gustos, usos y necesidades de todos los habitantes de la vivienda.

ACERCA DEL AUTOR