La revista en papel TU ALTA FIDELIDAD

¡Ya a la venta en tu quiosco!
número monográfico de Alta Fidelidad

Concebido para complementar en el “mundo real” la oferta de www.tualtafidelidad, está ya disponible en los quioscos un número monográfico pensado para dar a conocer lo que el sonido de alta calidad –tanto clásico como moderno- es capaz de aportar. Combinando temas teóricos tratados de un modo directo y libre de tecnicismos con análisis de productos–algunos de ellos probados en exclusiva para nuestros lectores- rigurosamente seleccionados, este número monográfico es la herramienta perfecta para saber cómo configurar un sistema de Alta Fidelidad con las máximas garantías de éxito. Elegantemente presentado y organizado de manera práctica y asequible, consta de 84 páginas a través de las cuales el lector descubrirá un mundo absolutamente fascinante.

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Sonido de calidad en nuestra casa: una cuestión de jerarquía

Parece fácil pero no lo es. Y, sin embargo debería serlo. Así, pues: ¿qué debo hacer para configurar con éxito un equipo de Alta Fidelidad digno de tal nombre? De entrada, tener claro que si se busca la excelencia –si hacemos las cosas bien, la encontraremos en cada nivel de precio- lo que resulta imperativo es lograr que “el todo supere la suma de las partes”. ¿Y cómo se consigue esto? Dejando de lado elementos “externos”, aunque fundamentales en el sonido final, como por ejemplo la sala de la que dispongamos, lo primero que hay que tener claro es cuánto nos queremos gastar e, inmediatamente después, respetar en la medida de lo posible una jerarquía que con el tiempo ha ganado un elevado nivel de consenso entre aficionados y especialistas. ¿Y qué jerarquía es esa? Propuesta hace varias décadas por uno de los grandes nombres de la reproducción sonora de alta calidad de todos los tiempos, el escocés Ivor Tiefenbrun, fundador de Linn Products, dicha jerarquía rompió con una creencia fuertemente establecida en muchas personas: que el componente principal de un equipo de Alta Fidelidad son las cajas acústicas. ¿Por qué? Porque propuso una línea de actuación –que por otro lado tiene toda la lógica del mundo- materializada en la siguiente secuencia de prioridades: fuente-electrónica-cajas acústicas. Y es que, en efecto, ni siquiera teniendo las mejores cajas acústicas de la galaxia podremos escuchar algo que no haya sido debidamente captado por la fuente que tengamos, sea ésta un lector de vinilos o de discos ópticos, un disco duro o un “streamer”. Siguiendo con la misma línea de razonamiento, nuestras “supercajas” tampoco podrán rendir al cien por cien si la fuente capta todos los matices de la música pero la electrónica que viene a continuación (amplificador integrado o conjunto previo/etapa) los trata de manera tosca, coloreándolos o “desestructurándolos”. Y, por supuesto, si tenemos una fuente y una electrónica fantásticas acompañando a unas cajas acústicas incapaces de reproducir –en calidad y cantidad- la información que les envían, pues mal asunto también. Por lo tanto, quédense con una idea potente: jerarquía y uniformidad, palabra esta última que nos permitirá conseguir la excelencia en cada nivel de presupuesto. Todo ello, por supuesto, sin descuidar la sala de escucha y los cables, elementos ambos absolutamente críticos a la hora de sacar el máximo provecho de la combinación elegida. Que esta fascinante aventura llegue a buen puerto es el objetivo del presente número monográfico. ¡Feliz lectura!

 

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